Ñuu Savi, que significa Pueblo Lluvioso en lengua indígena mixteca, es un pasaporte al majestuoso paisaje de la Sierra Mixteca; en Oaxaca, atravesada por cordilleras montañosas que propicia la topografía idónea para el cultivo del café.
Durante muchas décadas, las comunidades mixtecas han caminado de la mano del café, convirtiéndose en uno de los productos agrícolas más importantes para la región.
Paisajes productivos de la Sierra
Los productores emplean sistemas de policultivos tradicionales, donde los cafetos crecen junto a árboles maderables y frutales como el plátano, el cuajinicuil, el mango y cítricos como la naranja y el limón. Estas plantaciones mixtas ofrecen diversas capas de sombra a los árboles de café, protegiéndolos de los climas adversos.
En las fincas también se promueve la siembra de la milpa, un sistema tradicional de cultivo que incluye la famosa triada de alimentos: frijol, calabaza y maíz, y otras especies como el chile, el quelite o el papaloquelite, contribuyendo a fortalecer la seguridad alimentaria y económica de las familias agricultoras.
Algunas familias caficulturas han diversificado sus ingresos con la producción de miel (aproximadamente 100 litros anual) y la comercialización de café tostado y otros productos agrícolas como el plátano.
La fuerte presencia de la roya se ha convertido en una amenaza para la supervivencia de variedades tradicionales como la Typica, el Bourbon rosado y amarillo y el Oro Azteca. Los caficultores se han visto obligados a sembrar semillas más resistentes como el Sarchimor, la Marsellesa y la Geisha.
Problemas y dificultades
Los productores de la Sierra son propietarios de pequeñas fincas, que no superan la media hectárea. Estos terrenos tienen poca o nula intervención y cero manejo agronómico, lo que ha propiciado un bajo rendimiento en la producción de café.
La región se enfrenta al intermediarismo a través de coyotes que siguen ofreciendo precios muy bajos por la materia prima.
Desde el 2014, la broca y la roya han golpeado fuertemente los cultivos de esta zona, que por la baja altura es más susceptible a las plagas. La situación se agrava más, puesto que los productores no cuentan con los recursos suficientes para invertir en insumos que ataquen estas enfermedades.
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